domingo, 14 de octubre de 2012

Martín Fierro

Solo es mío mi pan y mi almohada y sobre mi almohada y mi pan recogeré mi amor disperso, roto entre cada punta de estrella, cansado de andar y andar...
Dulce María Loynaz

Mi martín Fierro escapado en el Skype, escapado de quién sabe qué libro que ya nadie lee, escapado del llanto, de la guerra, del amor. Mi gaucho argentino visto a través de la pantalla de mi computador, sin respiro, sin caricias, sin nombres.
Aprieto click y veo su rostro pixeleado, pequeños cuadros cibernéticos van dibujando para mí un rostro humano, dibujan como en una coreografía con cientos de cuerpos dispersos en un espacio.
Aparece su rostro con sus ojos redondos donde la noche duerme, esas perlas negras que destellan en silencio, que han visto a la muerte y que ya no le temen. Luego se dibuja su piel de indio pintada con el naranja de los atardeceres en los que nunca apreté su mano, y por último su boca, sí, su boca...